Venezuela Quiere Unidad

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sábado, 5 de mayo de 2012

El socialismo insensible

Para Camila Vallejo, la madre de Bachelet y Margot Honecker no importan los derechos humanos. Ellas creen que conservar el socialismo justifica los medios La historia es ciencia discutible, qué duda cabe. Aun hoy las opiniones se dividen sobre Balmaceda o el Desastre de Rancagua. Pero hay mínimos cuyo desconocimiento obliga a la crítica, especialmente cuando se trata de la dignidad de la persona y sus derechos fundamentales. Por eso somos tan sensibles a la negación de los crímenes políticos cometidos bajo la era Pinochet o de la violencia que se desencadenó bajo el gobierno de Allende. En abril, tres mujeres nos han sorprendido con declaraciones que vulneran ese delicado mínimo. Margot Honecker entiende como “estupidez” el desesperado intento de sus compatriotas por liberarse de la opresión y cruzar el Muro de Berlín. Luego, la madre de la ex Presidenta Bachelet viene indirectamente en su auxilio, y con igual insensibilidad justifica la construcción de ese muro, pues había -dice- que erigir el socialismo y evitar la intervención norteamericana. Honecker cree que Camila Vallejo encarna “el futuro de Chile”. ¿Qué afirma ese futuro? Que Fidel es “un foco, un faro de luz y esperanza para Chile”. Una viuda melancólica, una agradecida exiliada militante y una joven deslumbrada por el viejo líder, pueden decir a veces frases extrañas. El problema es que no se trata aquí de temas triviales, sino de aquel mínimo sin el cual la convivencia se deshumaniza. Se trata de derechos humanos, de dignidad humana, de sangre y de libertad. El Muro de Berlín que Jeria y Honecker defienden encerró a millones de alemanes, separó familias, dividió una patria en dos. Además, le costó la vida a decenas de personas asesinadas a tiros por los eficientes guardias fronterizos y significó la cárcel para miles de otras. Sólo la ignominia del muro explica que personalidades tan disímiles como Konrad Adenauer y Willy Brandt, John F. Kennedy, Nina Hagen o Roger Waters clamaran por eliminarlo. La viuda de Honecker y la madre de Bachelet, en cambio, no perciben el sufrimiento y la tragedia de las víctimas del muro. Desconocen, además, lo evidente. Honecker califica de “tragedia” la caída de la RDA; Angela Jeria indica que (¡aún hoy!) no puede criticar ese régimen, porque no supo ni vio nada. No se habrían enterado de lo que, incluso para muchos otros exiliados chilenos, más atentos que ellas al sufrimiento ajeno, resultaba manifiesto, a saber: que la RDA era un sistema autocrático, dotado de un aparato represivo que, entre otras cosas, contaba con un dispositivo de 200 mil personas a tiempo completo para controlar y espiar a sus compatriotas. Algo parecido puede espetársele a Vallejo: ¿no ha tomado nota de que en Cuba hay violaciones a los derechos humanos, presos políticos, censura, persecución? ¿Dónde queda su talante libertario o su sensibilidad con el débil cuando se enfrenta cara a cara y se toma del brazo con el dictador? Parece ser que para Jeria, Honecker y Vallejo los derechos humanos no importan siempre; que para ellas la instauración y conservación del socialismo justifica cualquier medio: erigir muros, dividir naciones, asesinar a tiros, censurar, perseguir o encarcelar. Ese es, empero, el modo de pensar que usualmente caracteriza en política, y del signo que sea, la mentalidad totalitaria. HUGO HERRERA – La Tercera (Chile) |@ElPoliticoWeb