La democracia no surge por generación espontánea. La humanidad tuvo que aprender demasiado antes de proclamar que democracia era el “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Es impropio hablar de triunfo de la democracia cuando esta se encuentra desahuciada o replegada al espacio de los anhelos insatisfechos. Nadie extermina de un solo tajo a la democracia; todos los habitantes de una comarca, donde deja aquella de existir, son cómplices de tamaña desgracia. La democracia no se extingue sin el consentimiento, tácito o explícito, de todos los integrantes de una comunidad. Fuente Ovejuna lo rubricó hace varios siglos. La democracia vive con nosotros y por nosotros y deja de existir también con y por nosotros.
Una de las ventajas de la libertad de expresión y de la necesidad de la existencia de la prensa libre es haberse esta constituido en un registro histórico que, a su debido tiempo, es develado por gente experta y acuciosa para interpretar los hechos situándolos en sus circunstancias históricas, es decir, en el tiempo y en el espacio. Aquello que la prensa registra –en blanco, en gris o en negro– es un material indispensable para recordar y evaluar las huellas del tiempo en los más variados espacios. La prensa guarda en sus páginas y en sus imágenes los momentos de florecimiento de la vida democrática, las fechas en las que se buscó estrangularla y también los momentos donde parece que se perdieron sus huellas; de igual forma los medios también son testigos de nacimientos y renacimientos de la democracia porque el ser humano, en su esencia, es una persona nacida para vivir en comunidad y para establecer y observar normas que lleven a una saludable convivencia.
Hubo tiranos que cortaron la lengua a sus contradictores. Existen gobernantes en nuestra aldea global que difaman, maltratan, injurian o desestiman a quienes no comparten sus ideas ni aplauden actitudes reñidas con la esencia misma de la democracia y el espíritu batallador de un pueblo. La democracia es una construcción que avanza a ritmo lento; se cristaliza en lustros o decenios, viviéndola, apreciándola y defendiéndola. La democracia no se la impone; es un proceso de largo aliento que requiere de la decisión de un conglomerado humano para hacerla realidad. Tanto quienes gobiernan un país como aquellos que los eligieron para servirles desde el poder político, deben estar conscientes de la validez y necesidad de la democracia a fin de robustecerla mediante el ejercicio diario de derechos y deberes inherentes a esta decisión política.
La democracia en Ecuador nunca maduró lo suficiente para llegar a ser un sistema de gobierno confiable; con diversos pretextos, ayer como hoy, se la ha violado con saña y se ha impedido que llegue a su madurez. No es apropiado, por decir lo menos, proclamar que hace un año triunfó la democracia en Ecuador. Creo indispensable ponernos de acuerdo en qué es la democracia, porque si se afirma que Cuba vive en democracia, ¿hacia dónde vamos nosotros? Si el 30-S triunfó la democracia, entonces, no fue la democracia que conozco.
David Samaniego Torres
Venezuela Quiere Unidad
miércoles, 28 de septiembre de 2011
miércoles, 14 de septiembre de 2011
¿Venezuela sin Chávez?
Socorro Ramírez, del Grupo Colombia-Venezuela, analiza los escenarios ante una previsible transición del poder
Por Socorro Ramírez, doctora en Ciencias Políticas. Coordina el Grupo Colombia-Venezuela, una iniciativa conjunta de la Universidad Nacional de Colombia y la Universidad Central de Venezuela.
Por Socorro Ramírez, doctora en Ciencias Políticas. Coordina el Grupo Colombia-Venezuela, una iniciativa conjunta de la Universidad Nacional de Colombia y la Universidad Central de Venezuela.
SANTA MARTA, COLOMBIA - Al igual que todos los pacientes con cáncer, el presidente venezolano Hugo Chávez se enfrenta a tres escenarios: una cura rápida, un tratamiento prolongado o una muerte temprana. Cualquiera de ellos que ocurra -incluso si realmente se está recuperando tan rápido como nos quiere hacer creer- en Venezuela ya se ha comenzado hablar de la era post-Chávez.
Chávez maneja la información sobre su enfermedad y tratamiento como parte de una estrategia política. Después de su cirugía, invocando a Dios, Fidel Castro, los espíritus de la sabana y la ciencia médica, respondió a los rumores sobre su enfermedad e hizo de su regreso tras el tratamiento en La Habana una doble celebración del bicentenario de Venezuela y de su triunfo sobre el cáncer.
Chávez es un maestro en la manipulación de los medios de comunicación: después del fallido golpe de 2002 en su contra, blandió un crucifijo para perdonar a sus adversarios y ser perdonado por ellos. Después de su primera sesión de quimioterapia, Chávez exclamó: “Voy a cambiar radicalmente mi vida”.
Hasta ahora, los cambios se notan en su apariencia y consignas, y una cierta autocrítica se ha colado en su imagen pública. En su cumpleaños 57, vestía de amarillo en vez de rojo y sustituyó “Patria socialista o muerte” con “Vamos a vivir y vamos a ganar”. Le dijo a su movimiento: “Las personas que se visten de rojo hasta en la ropa interior son sospechosas, y lo mismo ocurre con la palabra ‘socialismo’. Tenemos que reflexionar e introducir cambios en nuestro discurso y nuestras acciones”. Y confesó a la televisión venezolana que “una cierta falta de eficiencia en la rutina cotidiana… ha puesto en peligro las políticas del gobierno en muchas ocasiones.”
Pero ni sus tweets, su imagen como deportista, las reuniones de gabinete televisadas ni los artículos en que arremete contra la oposición han sido capaces de frenar una creciente percepción de que su enfermedad ha puesto en marcha una transición incierta.
Algunos de sus partidarios hablaban de posponer las próximas elecciones (las adelantaron). Otros dicen que la votación que se lleve a cabo en el 2012 se puede ver como la última reelección de Chávez lo que le permitiría asegurar la transición. El canciller Nicolás Maduro y el ministro de Energía, Rafael Ramírez, han sido mencionados como posibles sucesores, pero su escasa capacidad de liderazgo no apunta a un triunfo electoral el año próximo.
Mientras tanto, Chávez se esfuerza por minimizar la incertidumbre. Desde Cuba y en Caracas, trata de dar muestras de que gobierna y pone la transición en contexto: “Aquí la única transición que está en marcha, que tenemos que acelerar y consolidar es la transición al modelo socialista”. Al mismo tiempo, trivializa el asunto del liderazgo: “Dije que me iría en el año 2021. Tal vez me vaya en el 2031, cuando tenga 77 años”.
A su hermano mayor, Adán, dijo con sarcasmo: “Veo que te estás preparando para la sucesión”. Sin embargo, el fiel Adán, gobernador de Barinas y ex ministro de Educación y embajador en Cuba, no es popular entre los partidarios de Chávez ni la oposición, debido a su ineficiencia y corrupción.
A raíz de su enfermedad, Chávez está tratando de fortalecer su movimiento. Hizo un llamado a los militares a “evitar que la intriga del enemigo” perturbe su unidad. Ha tratado de recuperar el apoyo de aquellos que han abandonado su Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) o han dejado de votar por él, y ganarse a aquellos que no están ni con él ni en su contra.
Hoy, Chávez es el único capaz de controlar el gobierno, las fuerzas armadas, las milicias, el PSUV, e incluso la oposición. Se ha convertido en el eje estable de la inestable Venezuela que ha ayudado a crear. Puede radicalizar la “revolución”, como ha hecho en crisis anteriores, o puede establecer las normas y condiciones para la sucesión a fin de evitar que se haga realidad la predicción, que se atribuye al antiguo chavista Diosdado Cabello, de que “sin Chávez, no quedará absolutamente nada”.
Una cura rápida y la posterior humanización de Chávez se ve -tanto dentro como fuera de Venezuela – como el mejor de los escenarios. Si su tratamiento es prolongado, podría tratar de gobernar mediante una rotación de vicepresidentes y, si no son posibles una cura rápida o un tratamiento prolongado y las elecciones se aplazan, se podría realizar a la rápida una transición incierta. Nada será fácil, si se consideran los crecientes problemas de seguridad, gobernabilidad, estabilidad institucional y desempeño económico, con la perspectiva de la nueva recesión mundial amenazando los ingresos del petróleo.
Frente a la posibilidad de una transición no programada, el papel de las fuerzas armadas venezolanas será difícil, debido a su politización bajo Chávez, así como a sus divisiones internas y corrupción. Los militares pueden optar por defender al gobierno electo, independientemente de qué partido gane, o impedir el triunfo de la opositora Mesa de Unidad. Oficiales de alto rango de las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas han apoyado la última hipótesis con el fin de mostrar su respeto incondicional por Chávez, su Comandante en Jefe.
La presencia de tantos civiles armados en las amadas milicias de Chávez aumentarán aún más los riesgos. Un informe de la Comisión de Defensa de la Asamblea Nacional indica que el 50% de la población posee armas legal o ilegalmente.
Este contexto, combinado con una creciente polarización social, podría dar lugar al caos y la violencia. Adán Chávez instó al PSUV a no olvidar “la lucha armada por el poder”. Sin embargo, en medio de un rito religioso de sanación, Hugo Chávez fue más pacífico y se olvidó del PSUV por completo: “Pongámonos en manos de Dios para que impida la violencia en Venezuela.”
Socorro Ramírez es doctora en Ciencias Políticas. Coordina el Grupo Colombia-Venezuela, una iniciativa conjunta de la Universidad Nacional de Colombia y la Universidad Central de Venezuela.
lunes, 12 de septiembre de 2011
Cómo China dominará al mundo
Reflexionen y comiencen ya a comprar productos de fabricación nacional, fomenten el empleo en su país. Por la supervivencia de su amigo, de su vecino y hasta de usted mismo. Y la de sus descendientes
Algunos conocidos volvieron de China impresionados. Un producto del que Brasil fabrica un millón de unidades, China en una sola fábrica produce 40 millones.
La calidad es equivalente y la velocidad de distribución impresionante. Los chinos colocan cualquier producto en el mercado en cuestión de semanas, a precios que son una fracción de los brasileños
Una de las fábricas se está trasladando al interior porque los salarios de la región en que se halla instalada son demasiado altos: 100 dólares. Un obrero brasileño gana 300 dólares mínimo que sumados a los impuestos y otros beneficios equivalen a 600 dólares. Cuando los comparamos, con los 100 dólares que reciben los chinos sin prácticamente ningún otro beneficio…nos hallamos frente a una esclavitud amarilla, y alimentándola…
¿Horas extraordinarias? En la China…Olvídelas!!! La gente allí está tan agradecida de tener un empleo que trabaja horas extras a cambio de nada…
Detrás de esta “situación” está la gran trampa china. No se trata de una estrategia comercial, sino de una estrategia de “poder” para conquistar el mercado occidental. Los chinos están sacando provecho de la actitud de los “comerciantes” occidentales, que prefieren tercerizar la producción quedándose tan sólo con lo que le agrega valor: la marca.
Difícilmente podrá usted comprar en las grandes redes comerciales de los EE.UU. algún producto “made in USA”. Es todo “made in China”, con una marca estadounidense. Las empresas ganan riadas de dinero comprándoles a los chinos por centavos y vendiendo luego por centenares de dólares. Sólo les interesa el lucro inmediato a cualquier precio. Aún al costo de cerrar sus fábricas y generar una brutal desocupación. Es lo que podría llamarse “estrategia del precio”.
Mientras los occidentales tercerizan sus emprendimientos y ganan en el corto plazo, China aprovecha ese enfoque e instala unidades productivas de alta performance para dominar en el largo plazo.
Mientras las grandes potencias mercantiles se quedan con sus marcas, con el diseño..sus garras, los chinos se quedan con la producción, asistiéndolos, estimulándolos y contribuyendo al desmantelamiento de los escasos parques industriales occidentales.
Muy pronto ya no habrá más fábricas de zapatillas deportivas o de calzados en el mundo occidental. Sólo existirán en China. De modo que en el futuro próximo veremos cómo los producto chinos aumentan sus precios produciendo un “shock manufacturero” como sucedió con el shock petrolero en los años 70. Y entonces será ya demasiado tarde.
Entonces el mundo se dará cuenta de que levantar nuevas fábricas tendrá costos prohibitivos y deberá rendirse al poderío chino. Se dará cuenta de que alimentó a un enorme dragón y se convirtió en su rehén. Un dragón que aumentará gradualmente sus precios, puesto que será quien dicte las nuevas leyes del mercado y será luego quien mande, pues tendrá el monopolio de la producción.
Ya que será también el dueño de las fábricas, de los stocks y de los empleos y quien regulará los precios.
Nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos asistiremos a una inversión de las reglas de juego actuales, lo que producirá en las economías occidentales el impacto de una bomba atómica…china. En ese momento, cuando el mundo occidental se dé cuenta, será demasiado tarde.
Ese día, los ejecutivos occidentales mirarán tristemente las ruinas de sus antiguas fábricas, a sus técnicos jubilados jugando a las cartas en las plazas y llorarán sobre la chatarra de sus parques fabriles destruidos.
Y se acordarán entonces, con mucha nostalgia, del tiempo en que ganaban dinero comprando “fardos de mercaderías de los esclavos” y vendiendo caras sus “marcas registradas” a sus coterráneos.
Y entonces, entristecidos, abrirán sus despensas y almorzarán sus marcas que ya estarán pasadas de moda y que por tanto, habrán dejado de ser poderosas, porque todas habrán sido copiadas…
REFLEXIONEN Y COMIENCEN YA A COMPRAR PRODUCTOS DE FABRICACIÓN NACIONAL, FOMENTANDO EL EMPLEO EN SU PAÍS, POR LA SUPERVIVENCIA DE SU AMIGO, DE SU VECINO Y HASTA DE USTED MISMO… Y LA DE SUS DESCENDIENTES.
Piensen además…
Y ¿su poderío bélico-militar?
Quedaremos rehenes y a su merced, es decir, estamos hoy alimentando a la cobra que nos morderá en el futuro!
Luciano Pires
*Director de marketing de Dana y profesional de la comunicación.
Algunos conocidos volvieron de China impresionados. Un producto del que Brasil fabrica un millón de unidades, China en una sola fábrica produce 40 millones.
La calidad es equivalente y la velocidad de distribución impresionante. Los chinos colocan cualquier producto en el mercado en cuestión de semanas, a precios que son una fracción de los brasileños
Una de las fábricas se está trasladando al interior porque los salarios de la región en que se halla instalada son demasiado altos: 100 dólares. Un obrero brasileño gana 300 dólares mínimo que sumados a los impuestos y otros beneficios equivalen a 600 dólares. Cuando los comparamos, con los 100 dólares que reciben los chinos sin prácticamente ningún otro beneficio…nos hallamos frente a una esclavitud amarilla, y alimentándola…
¿Horas extraordinarias? En la China…Olvídelas!!! La gente allí está tan agradecida de tener un empleo que trabaja horas extras a cambio de nada…
Detrás de esta “situación” está la gran trampa china. No se trata de una estrategia comercial, sino de una estrategia de “poder” para conquistar el mercado occidental. Los chinos están sacando provecho de la actitud de los “comerciantes” occidentales, que prefieren tercerizar la producción quedándose tan sólo con lo que le agrega valor: la marca.
Difícilmente podrá usted comprar en las grandes redes comerciales de los EE.UU. algún producto “made in USA”. Es todo “made in China”, con una marca estadounidense. Las empresas ganan riadas de dinero comprándoles a los chinos por centavos y vendiendo luego por centenares de dólares. Sólo les interesa el lucro inmediato a cualquier precio. Aún al costo de cerrar sus fábricas y generar una brutal desocupación. Es lo que podría llamarse “estrategia del precio”.
Mientras los occidentales tercerizan sus emprendimientos y ganan en el corto plazo, China aprovecha ese enfoque e instala unidades productivas de alta performance para dominar en el largo plazo.
Mientras las grandes potencias mercantiles se quedan con sus marcas, con el diseño..sus garras, los chinos se quedan con la producción, asistiéndolos, estimulándolos y contribuyendo al desmantelamiento de los escasos parques industriales occidentales.
Muy pronto ya no habrá más fábricas de zapatillas deportivas o de calzados en el mundo occidental. Sólo existirán en China. De modo que en el futuro próximo veremos cómo los producto chinos aumentan sus precios produciendo un “shock manufacturero” como sucedió con el shock petrolero en los años 70. Y entonces será ya demasiado tarde.
Entonces el mundo se dará cuenta de que levantar nuevas fábricas tendrá costos prohibitivos y deberá rendirse al poderío chino. Se dará cuenta de que alimentó a un enorme dragón y se convirtió en su rehén. Un dragón que aumentará gradualmente sus precios, puesto que será quien dicte las nuevas leyes del mercado y será luego quien mande, pues tendrá el monopolio de la producción.
Ya que será también el dueño de las fábricas, de los stocks y de los empleos y quien regulará los precios.
Nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos asistiremos a una inversión de las reglas de juego actuales, lo que producirá en las economías occidentales el impacto de una bomba atómica…china. En ese momento, cuando el mundo occidental se dé cuenta, será demasiado tarde.
Ese día, los ejecutivos occidentales mirarán tristemente las ruinas de sus antiguas fábricas, a sus técnicos jubilados jugando a las cartas en las plazas y llorarán sobre la chatarra de sus parques fabriles destruidos.
Y se acordarán entonces, con mucha nostalgia, del tiempo en que ganaban dinero comprando “fardos de mercaderías de los esclavos” y vendiendo caras sus “marcas registradas” a sus coterráneos.
Y entonces, entristecidos, abrirán sus despensas y almorzarán sus marcas que ya estarán pasadas de moda y que por tanto, habrán dejado de ser poderosas, porque todas habrán sido copiadas…
REFLEXIONEN Y COMIENCEN YA A COMPRAR PRODUCTOS DE FABRICACIÓN NACIONAL, FOMENTANDO EL EMPLEO EN SU PAÍS, POR LA SUPERVIVENCIA DE SU AMIGO, DE SU VECINO Y HASTA DE USTED MISMO… Y LA DE SUS DESCENDIENTES.
Piensen además…
Y ¿su poderío bélico-militar?
Quedaremos rehenes y a su merced, es decir, estamos hoy alimentando a la cobra que nos morderá en el futuro!
Luciano Pires
*Director de marketing de Dana y profesional de la comunicación.
Desobediencia cultural por Teódulo López Meléndez
Filosofar en el siglo XXI es también usar las posibilidades tecnológicas mediante la reflexión en el diálogo. La política es entonces ensayo colectivo y dialogal para enfrentar los peligros de derrumbamiento, en este caso del siglo XXI, de un mundo cuya desaparición parecemos mirar con asombro. Para que no surjan nuevos dogmas es menester pensar siempre. Algunos pensadores como Raúl Fornet llaman a esto “desobediencia cultural” por analogía con la “desobediencia civil”, esto es, arribar a una filosofía intercultural que impida una estabilización que tranque de nuevo unos mecanismos que deben estar en permanente movimiento para impedir o la aparición de renovados totalitarismos o en un mero aparato formal como le sucedió a la democracia representativa. Es lo que denominado un poder instituyente que impida la sacralización sobre dogmas que se hacen antifilosóficos por esencia y por ende antidemocráticos.
Los grandes referentes caen cada día y ante los vacíos no nos queda más, a cada uno de nosotros, que ir a nuestro propio mundo interior aunque se produzca lo que Fernando Sabater llamó despectivamente “el cacareo on-line de la guardería virtual”. No ha habido quien no hable montado en su tiempo y mirando los requerimientos que cada día llegan sin pausa. Filosofar es hoy buscar el pragmatismo. Es en buena medida el punto del cual partieron Feuerbach y Marx, volver a pensar al hombre real. Hasta aquí, pues los dos escribieron en sus tiempos y otros eran los planteamientos
Este hombre tiene, cuerpo, historia y memoria. Una antropología filosófica no se refiere a una esencia inmutable, sino a un agente de la transformación política y social. Quiere decir, debe producirse un giro epistemológico en las investigaciones. Como nunca hay que esclarecer las relaciones entre el sujeto humano y el mundo objetivo. La ética es asunto clave en la política del siglo XXI. Hay que aprehender nuevas formas de decodificar la realidad. Edgar Morin (Los siete saberes necesarios para la educación del futuro), lo plantea como la necesidad de una reforma de pensamiento, paradigmática y no programática. Es necesario pensar para una realización de humanidad.
Hay muchas maneras de estudiar la política: la Ciencia Política, la Filosofía Política, la Teoría Política, la Sociología Política, la Economía Política, el Derecho Político, la Historia Política, la Antropología Política, la Psicología Política la Geografía Política y también la más reciente, la Geoeconomía, como la Ecología Política y la Axiología Política. Todas se diferencian o todas se imbrican, es lo de menos. Lo importante es buscar la mejor forma de gobierno, de la naturaleza de la “politicidad” y de la metodología. Bobbio y Sartori han dejado oír sus voces al respecto. Lo que hay que hacer es poner ideas y valores que muevan a la acción política. No se pueden ofrecer certidumbres, pero sí una acción inteligente. Muchos sostienen que la antropología política es el fundamento de la Filosofía Política moderna, pues a toda propuesta en el campo político la preside una imagen del hombre, de sus necesidades e intereses y de sus representaciones valorativas. Una antropología no destinada al estudio de formas remotas sino al presente de transformación. Y una axiología política para escudriñar en los valores políticos, porque la democracia y la política son valores y porque hay que avanzar hacia una ética de lo colectivo.
teodulolopezm@yahoo.com
Los grandes referentes caen cada día y ante los vacíos no nos queda más, a cada uno de nosotros, que ir a nuestro propio mundo interior aunque se produzca lo que Fernando Sabater llamó despectivamente “el cacareo on-line de la guardería virtual”. No ha habido quien no hable montado en su tiempo y mirando los requerimientos que cada día llegan sin pausa. Filosofar es hoy buscar el pragmatismo. Es en buena medida el punto del cual partieron Feuerbach y Marx, volver a pensar al hombre real. Hasta aquí, pues los dos escribieron en sus tiempos y otros eran los planteamientos
Este hombre tiene, cuerpo, historia y memoria. Una antropología filosófica no se refiere a una esencia inmutable, sino a un agente de la transformación política y social. Quiere decir, debe producirse un giro epistemológico en las investigaciones. Como nunca hay que esclarecer las relaciones entre el sujeto humano y el mundo objetivo. La ética es asunto clave en la política del siglo XXI. Hay que aprehender nuevas formas de decodificar la realidad. Edgar Morin (Los siete saberes necesarios para la educación del futuro), lo plantea como la necesidad de una reforma de pensamiento, paradigmática y no programática. Es necesario pensar para una realización de humanidad.
Hay muchas maneras de estudiar la política: la Ciencia Política, la Filosofía Política, la Teoría Política, la Sociología Política, la Economía Política, el Derecho Político, la Historia Política, la Antropología Política, la Psicología Política la Geografía Política y también la más reciente, la Geoeconomía, como la Ecología Política y la Axiología Política. Todas se diferencian o todas se imbrican, es lo de menos. Lo importante es buscar la mejor forma de gobierno, de la naturaleza de la “politicidad” y de la metodología. Bobbio y Sartori han dejado oír sus voces al respecto. Lo que hay que hacer es poner ideas y valores que muevan a la acción política. No se pueden ofrecer certidumbres, pero sí una acción inteligente. Muchos sostienen que la antropología política es el fundamento de la Filosofía Política moderna, pues a toda propuesta en el campo político la preside una imagen del hombre, de sus necesidades e intereses y de sus representaciones valorativas. Una antropología no destinada al estudio de formas remotas sino al presente de transformación. Y una axiología política para escudriñar en los valores políticos, porque la democracia y la política son valores y porque hay que avanzar hacia una ética de lo colectivo.
teodulolopezm@yahoo.com
miércoles, 7 de septiembre de 2011
¿'Quo vadis' Europa?
Los más conspicuos intelectuales han sido fervientemente europeístas. Rousseau escribió: "Ya no hay franceses, alemanes, españoles e ingleses, no hay más que europeos; todos tienen los mismos gustos, las mismas pasiones y las mismas costumbres". El Abate Saint-Pierre dedujo de esta identidad cultural la necesidad de proceder a una integración política europea. Remitió su Proyecto de Paz Perpetua a Federico II de Prusia que lo despachó con una sola frase: "Es una excelente idea; lo único que falta es convencer a los Estados europeos y algunas otras bagatelas similares".
"Lo que está en juego no es la suerte de los países periféricos, sino la del euro"
Casi 300 años después la historia se repite. Se ha avanzado en la unión económica pero en el terreno político seguimos prácticamente igual que en tiempos de Rousseau. Y eso a sabiendas de que una unión monetaria no puede sobrevivir sin una unión política. Sin coordinación económica, una crisis en cualquier país, por pequeño que sea, contagiaría al resto.
Los padres del euro no pudieron con los Gobiernos nacionales, siempre reacios a ceder soberanía. Confiaron en que podrían ir tirando con una política monetaria centralizada, un Pacto de Estabilidad que encorsetase las políticas presupuestarias nacionales y una coordinación light de las demás políticas económicas. Este remedo de arquitectura institucional se completó con tres advertencias disuasorias: ningún país sería rescatado por sus pares (no bail out); ninguno podría ser declarado insolvente (no default), ninguno podría abandonar (no exit). "Lasciate ogni speranza voi ch'entrate" (Dante, Divina Comedia).
Antes de la actual crisis, ya se detectaron grietas. Cuando Alemania y Francia se saltaron a la torera el Pacto de Estabilidad (2003), se cambiaron las reglas del juego. Cuando se hizo un primer balance sobre la Estrategia de Lisboa en 2005, se comprobó que los Gobiernos compartían diagnósticos y pactaban terapias, pero de vuelta a casa hacían lo que les venía en gana. Ni en Ámsterdam, ni en Niza, ni en Lisboa se avanzó en el aggiornamento de las instituciones europeas. La moneda única había cambiado las estructuras económicas pero las superestructuras políticas solo habían sido ligeramente remozadas. Una nueva contrariedad para Carlos Marx que, desde la caída del muro de Berlín, no gana para disgustos.
Cuando llegó la crisis, todo el edificio se desplomó. Grecia, Irlanda y Portugal fueron rescatados; Grecia declaró una insolvencia parcial, y los países virtuosos tuvieron que saltar las líneas rojas que ellos mismos habían establecido para salvar el euro. Lo ha dicho Tremonti, ministro de Hacienda italiano: "La salvación no vendrá de la mano de las finanzas, sino de la de la política. Pero la política no puede cometer máserrores porque como ocurrió en el Titanic, ni siquiera los pasajeros de primera clase podrían salvarse solos".
El paquete acordado este verano supone un avance, pero es claramente insuficiente y por eso los mercados respondieron bien. El Fondo Europeo de Rescate es demasiado pequeño y sus posibilidades de prestar a los Estados en dificultades o de comprar deuda soberana son demasiado limitadas. En los Consejos de Ministros se insiste más en la condena de los pecadores que en la salvación de los arrepentidos. Se habla mucho de contribuyentes y poco de ciudadanos.
Parece claro, que achicar el agua con copas de champagne no funciona. Se necesita un Gobierno económico, un presupuesto común, una cierta armonización fiscal, obligaciones comunes y un plan de choque para empezar a crecer. Si no se hace así, lo más probable es que asistamos a una división de la zona euro en dos, de un lado, los países que tienen cuentas en el exterior saneadas (Alemania, Países Bajos, Austria y Finlandia) de otro los países deficitarios: los sospechosos habituales y, probablemente, Francia. Eso supondría acabar con el proyecto europeo, un final que no interesa a nadie porque hasta los países que tienen sus cuentas más saneadas verían drásticamente mermadas sus exportaciones por la sobrevaloración de sus divisas y con su mercado natural, el europeo, gravemente debilitado. Eso sin contar con que los países europeos, aisladamente considerados, no tendrían peso alguno en los organismos internacionales que son los que deciden en este mundo globalizado.
Coincidimos todos en que lo primero que hay que hacer es disciplinar las cuentas públicas, corregir los desequilibrios macroe-conómicos y estimular la competitividad. Ningún país podrá gastar más de lo que crezca su economía y los que tengan deudas pendientes tendrán que gastar menos todavía. No podrán bajar impuestos, salvo que reduzcan el gasto en una cuantía idéntica. Sin embargo, mientras los Gobiernos nacionales quieren que las decisiones las tome el Consejo, los eurodiputados preferimos que las tomen la Comisión y el Parlamento, más independientes que los Gobiernos.
También discrepamos sobre los eurobonos. Los prusianos de hoy creen que fomentarían el riesgo moral. "La indisciplina fiscal sería recompensada y la responsabilidad fiscal castigada". (Otmar Issing, presidente del Centre for Financial Studies). Lo contrario es más cierto. Los eurobonos solo cubrirían la parte de las deudas nacionales que podrían pagarse sin problemas mientras que la deuda nacional que superase el límite convenido se tendría que cubrir con bonos nacionales a un interés prohibitivo. Además, el acceso al fondo constituido con los ingresos derivados de la emisión de eurobonos estaría reservado a los países que hubiesen estabilizado sus cuentas públicas y corregido sus desequilibrios macroeconómicos aunque no hubiesen agotado su cuota. Eso sin contar con que los eurobonos crearían un mercado de obligaciones casi tan grande como el americano que impulsaría al euro como moneda de reserva internacional.
Los amantes de la historia saben que en 1790, por iniciativa de Alexander Hamilton, secretario del Tesoro de los Estados Unidos, el recién estrenado Gobierno Federal canjeó los bonos emitidos por los 13 Estados por bonos federales. Muchos, como el propio Thomas Jefferson, argumentaron que los Estados virtuosos no debían subsidiar a los pródigos. Lo que pasó después es conocido: creció la confianza en la economía americana y el dólar empezó a ser una moneda respetada.
Pero todo eso no será suficiente. Para salir de la crisis será necesario crecer y crear empleo. En los próximos años los países europeos no podrán endeudarse, ni tirar de gasto público ni bajar impuestos para impulsar la economía. Tampoco se puede contar con un presupuesto europeo jibarizado por las presiones británicas, pero sí se puede aumentar la potencia de fuego del Banco Europeo de Inversiones y emitir bonos para proyectos específicos de interés europeo porque por fortuna la capacidad de endeudamiento de la Unión está prácticamente intacta. También en este caso el acceso a esta financiación podría estar condicionado al cumplimiento de las obligaciones contraídas en el marco de la gobernanza europea.
Lo que está en juego no es la suerte de los países periféricos, sino la del euro e incluso el propio proceso de integración europea. Para salir de la crisis son necesarias medidas políticas inmediatas porque como dijo Indalecio Prieto "La convulsión de una revolución la puede soportar un país, lo que no soporta es el desgaste de su poder público y de su propia vitalidad económica manteniendo el desasosiego, la zozobra, y la intranquilidad". En castellano viejo, lo que hay que decidir es hacia dónde queremos que vaya Europa.
José Manuel García-Margallo y Marfil es vicepresidente de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo.
"Lo que está en juego no es la suerte de los países periféricos, sino la del euro"
Casi 300 años después la historia se repite. Se ha avanzado en la unión económica pero en el terreno político seguimos prácticamente igual que en tiempos de Rousseau. Y eso a sabiendas de que una unión monetaria no puede sobrevivir sin una unión política. Sin coordinación económica, una crisis en cualquier país, por pequeño que sea, contagiaría al resto.
Los padres del euro no pudieron con los Gobiernos nacionales, siempre reacios a ceder soberanía. Confiaron en que podrían ir tirando con una política monetaria centralizada, un Pacto de Estabilidad que encorsetase las políticas presupuestarias nacionales y una coordinación light de las demás políticas económicas. Este remedo de arquitectura institucional se completó con tres advertencias disuasorias: ningún país sería rescatado por sus pares (no bail out); ninguno podría ser declarado insolvente (no default), ninguno podría abandonar (no exit). "Lasciate ogni speranza voi ch'entrate" (Dante, Divina Comedia).
Antes de la actual crisis, ya se detectaron grietas. Cuando Alemania y Francia se saltaron a la torera el Pacto de Estabilidad (2003), se cambiaron las reglas del juego. Cuando se hizo un primer balance sobre la Estrategia de Lisboa en 2005, se comprobó que los Gobiernos compartían diagnósticos y pactaban terapias, pero de vuelta a casa hacían lo que les venía en gana. Ni en Ámsterdam, ni en Niza, ni en Lisboa se avanzó en el aggiornamento de las instituciones europeas. La moneda única había cambiado las estructuras económicas pero las superestructuras políticas solo habían sido ligeramente remozadas. Una nueva contrariedad para Carlos Marx que, desde la caída del muro de Berlín, no gana para disgustos.
Cuando llegó la crisis, todo el edificio se desplomó. Grecia, Irlanda y Portugal fueron rescatados; Grecia declaró una insolvencia parcial, y los países virtuosos tuvieron que saltar las líneas rojas que ellos mismos habían establecido para salvar el euro. Lo ha dicho Tremonti, ministro de Hacienda italiano: "La salvación no vendrá de la mano de las finanzas, sino de la de la política. Pero la política no puede cometer máserrores porque como ocurrió en el Titanic, ni siquiera los pasajeros de primera clase podrían salvarse solos".
El paquete acordado este verano supone un avance, pero es claramente insuficiente y por eso los mercados respondieron bien. El Fondo Europeo de Rescate es demasiado pequeño y sus posibilidades de prestar a los Estados en dificultades o de comprar deuda soberana son demasiado limitadas. En los Consejos de Ministros se insiste más en la condena de los pecadores que en la salvación de los arrepentidos. Se habla mucho de contribuyentes y poco de ciudadanos.
Parece claro, que achicar el agua con copas de champagne no funciona. Se necesita un Gobierno económico, un presupuesto común, una cierta armonización fiscal, obligaciones comunes y un plan de choque para empezar a crecer. Si no se hace así, lo más probable es que asistamos a una división de la zona euro en dos, de un lado, los países que tienen cuentas en el exterior saneadas (Alemania, Países Bajos, Austria y Finlandia) de otro los países deficitarios: los sospechosos habituales y, probablemente, Francia. Eso supondría acabar con el proyecto europeo, un final que no interesa a nadie porque hasta los países que tienen sus cuentas más saneadas verían drásticamente mermadas sus exportaciones por la sobrevaloración de sus divisas y con su mercado natural, el europeo, gravemente debilitado. Eso sin contar con que los países europeos, aisladamente considerados, no tendrían peso alguno en los organismos internacionales que son los que deciden en este mundo globalizado.
Coincidimos todos en que lo primero que hay que hacer es disciplinar las cuentas públicas, corregir los desequilibrios macroe-conómicos y estimular la competitividad. Ningún país podrá gastar más de lo que crezca su economía y los que tengan deudas pendientes tendrán que gastar menos todavía. No podrán bajar impuestos, salvo que reduzcan el gasto en una cuantía idéntica. Sin embargo, mientras los Gobiernos nacionales quieren que las decisiones las tome el Consejo, los eurodiputados preferimos que las tomen la Comisión y el Parlamento, más independientes que los Gobiernos.
También discrepamos sobre los eurobonos. Los prusianos de hoy creen que fomentarían el riesgo moral. "La indisciplina fiscal sería recompensada y la responsabilidad fiscal castigada". (Otmar Issing, presidente del Centre for Financial Studies). Lo contrario es más cierto. Los eurobonos solo cubrirían la parte de las deudas nacionales que podrían pagarse sin problemas mientras que la deuda nacional que superase el límite convenido se tendría que cubrir con bonos nacionales a un interés prohibitivo. Además, el acceso al fondo constituido con los ingresos derivados de la emisión de eurobonos estaría reservado a los países que hubiesen estabilizado sus cuentas públicas y corregido sus desequilibrios macroeconómicos aunque no hubiesen agotado su cuota. Eso sin contar con que los eurobonos crearían un mercado de obligaciones casi tan grande como el americano que impulsaría al euro como moneda de reserva internacional.
Los amantes de la historia saben que en 1790, por iniciativa de Alexander Hamilton, secretario del Tesoro de los Estados Unidos, el recién estrenado Gobierno Federal canjeó los bonos emitidos por los 13 Estados por bonos federales. Muchos, como el propio Thomas Jefferson, argumentaron que los Estados virtuosos no debían subsidiar a los pródigos. Lo que pasó después es conocido: creció la confianza en la economía americana y el dólar empezó a ser una moneda respetada.
Pero todo eso no será suficiente. Para salir de la crisis será necesario crecer y crear empleo. En los próximos años los países europeos no podrán endeudarse, ni tirar de gasto público ni bajar impuestos para impulsar la economía. Tampoco se puede contar con un presupuesto europeo jibarizado por las presiones británicas, pero sí se puede aumentar la potencia de fuego del Banco Europeo de Inversiones y emitir bonos para proyectos específicos de interés europeo porque por fortuna la capacidad de endeudamiento de la Unión está prácticamente intacta. También en este caso el acceso a esta financiación podría estar condicionado al cumplimiento de las obligaciones contraídas en el marco de la gobernanza europea.
Lo que está en juego no es la suerte de los países periféricos, sino la del euro e incluso el propio proceso de integración europea. Para salir de la crisis son necesarias medidas políticas inmediatas porque como dijo Indalecio Prieto "La convulsión de una revolución la puede soportar un país, lo que no soporta es el desgaste de su poder público y de su propia vitalidad económica manteniendo el desasosiego, la zozobra, y la intranquilidad". En castellano viejo, lo que hay que decidir es hacia dónde queremos que vaya Europa.
José Manuel García-Margallo y Marfil es vicepresidente de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)